lunes, 7 de mayo de 2007

Cada vez queda menos para el verano. En nuestros mundos el 1 de junio ya es verano para algunos(aunque el mundo diga lo contrario), y estamos a menos de un mes.
Sin embargo, encontramos una paradoja con el mundo real. Si saliesemos a la calle y preguntaramos a cualquiera qué es la semana blanca seguramente nos contestaría que es en semana santa, que es una semana en la que los niños no tienen clase, y que van a esquiar, o algo parecido.
Nosotros, la semana blanca(o semanas blancas), la disfrutamos en verano. Digamos que en nuestro caso nada tiene que ver el término "blanco" con la nieve, es algo mucho más simple, sin metáforas. Se trata de esas semanas que aparecen en blanco en el calendario.
Es decir, unas semanas en las que no tienes que preocuparte por lo que harás el fin de semana ya que no sabes si tendrás libre el sábado, ni a qué hora entraras el lunes. Pero todo tiene su parte positiva, dicen... que en este momento no se me ocurre cuál es. Supongo que los niveles de facturación del verano al ser más elevados hacen que necesiten más de nuestra disponibilidad, pero no acabo de comprender cómo no es posible prever la magnitud del trabajo, las vacaciones de los operarios, y preparar el calendario con algo más de una semana de antelación.
A nosotros nos gusta jugar al límite, no saber si tendremos que quedarnos una hora de bolsa, y hacemos cálculos conforme se acerca la hora del descanso rezando para que no aparezca por detrás nuestro encargado y nos diga "hora de bolsa y voluntaria". Acercarnos con miedo al corcho frente al comedor y esperar que no sea una semana de 9 horas (diferente a la de 8, de 7 a 14).
Ellos saben que nos gusta la incertidumbre mucho más que la organización y la previsión. Y ellos quieren que seamos felices... decidir en el último momento cualquier circustancia es un vicio adquirido en los mundos de Amancio, incluso en ocasiones, se puede cambiar varias veces de parecer después de haber decidido.

Al fin y al cabo, ¿quién no ha cambiado alguna vez de opinión?.