viernes, 13 de febrero de 2009

Vendedor de sueños

No quiero ser un vendedor de sueños y descubrir que de vender ilusiones se me han acabado. No quiero volar tan alto que me quede sin aire, ni sentir que me cortan las alas. Toco, a menudo, con los pies en el suelo, y sigo el ritmo de la música que suena, a veces, sólo en mi cabeza. Dos brazos y dos piernas son suficientes, pero, en ocasiones, no basta.
No engaño, vendo mis sueños rotos baratos y siempre regalo los que nunca he atrapado. La realidad no es ni tanto ni tan poco, es lo que alguien quiere que sea.
Vendiendo sueños... e intentando comprar los míos.