martes, 6 de noviembre de 2007

Esquizofrenia colectiva

Por lo que se ve, y tras reflexionar un poco, he llegado a la conclusión de que padezco algún tipo de trastorno esquizoide. Debe ser que me hago comentarios y me respondo. Debe ser que el hecho de poder escribir tranquilamente en el blog ironizando sobre las frustraciones que tiene un currante en los mundos de Amancio no es suficiente para mi otra personalidad y cuando me descuido... zaaasss, va y comenta por mí, dando opiniones positivas y negativas relativas a compañeros (operarios o encargados -y eso que ha dejado de lado a los apoyos).

A los que seguis mi blog desde el principio ya os habrá quedado claro que gran parte de las historias aquí relatadas son ficticias (con cierta base en hechos reales, propios o no). Para los que no, os recuerdo que así es. Os recuerdo también que los comentarios del blog son vuestra forma de participar en él, yo no los necesito, pero de verdad me gustaría encontrar la manera que fuese así. No quiero verme en la obligación de suprimirlos por vuestra disputa personal.

Para los que creeis que voy en contra del mundo y que tengo la verdad absoluta os diré que no, lo siento inditexitos, la realidad es alterable, maleable, moldeable hasta el punto de que tu otra personalidad puede no ser consciente de lo que la otra está haciendo.
Para los que quieran colaborar con la secta que estoy creando, estoy en trámites de conseguir una casilla en la declaración de la renta junto a la de la Iglesia católica para que podais hacerlo.
Para los que me veis en el comité, he de deciros que rechacé la oferta que me hizo Labordeta cuando me eché un café con él.
Para los que decis que no doy la cara, os diré que merezco el mismo respeto que cualquier otra persona que diga lo mismo o lo contrario que yo. No creo que mi nombre o mi cara sean de relevancia.
Para los que tienen opiniones encontradas, os recordaré que no estamos hablando de fútbol ni de pantalones; hablamos de personas a las que sí poneís nombres y apellidos. Sé que muchas veces nos cuesta ser empáticos, pero a veces merece la pena reflexionar un poco antes de dejar que simplemente las cosas fluyan de uno mismo.


Y para concluir os diré que mi otra personalidad opina lo mismo que yo.
Un abrazo.