martes, 25 de noviembre de 2008

"El sí de las niñas"

A veces nos sentimos como doña Francisca. Es así, porque es así.
Llegamos a nuestra hora y a continuación estamos en nuestro puesto de trabajo dispuestos para lo que venga, sin saber lo que tiene que venir. Ajenos a la realidad, como si llegásemos a un cuarto vacío y alguien nos dijera "tienes que apretar ese botón cada dos minutos, ya vendré a por ti"...y pasa el tiempo, sin que nosotros dejemos de darle al botoncito cada dos minutos, para no fallar, y siguen pasando las horas.
Alguien aparece y decide que podremos dejar de presionar el botón a cierta hora. Ni siquiera, en ocasiones, sabemos por qué estamos tocando ese botón, pero sin mediar palabra lo seguimos haciendo.
Tomamos nuestro descanso de buena gana y volvemos a ese cuarto vacío. La misma rutina, si Dios quiere hasta nuestra hora.
A veces, alguien nos pregunta si podemos quedarnos un rato más. Esperando lo que venga, lo hacemos, y seguimos dando caña al botón cada dos minutos. Sigue andando el reloj, cada vez más despacio, y al final, viene alguien a seguir golpeandolo cada dos minutos.
Te vas... no sabes ni siquiera si has tocado el botón suficientes veces, ¿cuántas habría que tocarlo?, ¿ha tenido sentido que lo hicieras?... sin más meta que hacerlo lo mejor que sabes, durante el tiempo que te han pedido. Como un corredor que lo hace en círculo...
Un saludo.