sábado, 10 de febrero de 2007

Depresión postvacacional




Los seres humanos por definición somos animales rutinarios, aspirantes a la comodidad absoluta.
Yo ya me había habituado a la rutina de dejar el reloj en la mesilla y mirarlo sólo a la hora de cerrar los ojos. Es fácil adaptarse a la circunstancia de no tener nada que hacer por obligación. ¿No es acaso mucho más fácil hacer las cosas cuando y porque te da a ti la gana?
Cuando se acaban las vacaciones entramos en una fase de sock. Esto podría darse por una especie de "jet lag". Volvemos de nuestro viaje a la vida paralela que llevábamos antes de irnos a ningún sitio. Unos horarios definidos por un sonido estridente del despertador que nos obliga a encerrarnos 8 (como el que dice 9) horas en un almacén de nuevo repleto de cajas.
Los niños suelen estar nerviosos cuando comienzan un nuevo curso, expectantes de un nuevo profesor, libros que huelen a papel impreso nuevo, gomas sin estrenar, sus amigos del curso pasado, contar a todos lo que han hecho en vacaciones...
A ellos les dura la ilusión... ¿tal vez tres días, una semana?
Yo me enfrento a un lunes... con los mismos encargados, nuevas cajas para cambiar, los compañeros que ya deseaban que volviera para irse ellos de vacaciones, y con ganas... de que llegue el verano para volver a sentir mi "jet lag" privado y volver a mi vida paralela en la que el tiempo sólo pasa en mi mesilla.
Enhorabuena a los que hoy os vais de vacaciones...